Personajes Alfonso Diez |
* ¿Y ahora, cuál es el camino?
Apenas el
pasado 31 de enero se publicó en este sitio mi columna Personajes sobre Fidel
Castro, planteaba entonces:
“¿Qué orilla a un hombre a perpetuarse
en el poder por tantos años? ¿No confía en nadie más para tal cargo?
¿Considera que él es el único con la capacidad e inteligencia suficientes para
el desempeño en cuestión? ¿Teme a la traición interna o a la agresión externa
y considera que sólo él podría detenerlas? ¿O simplemente se aferra al poder
por el poder?”
Y
terminaba así Personajes:
“De
haberse retirado a tiempo seguiría siendo un ídolo; seguiría, tal vez, siendo
consultado por todo su pueblo, con mucho menos balseros huyendo de Cuba. Se
habrían sucedido en Cuba diversos estilos de gobierno encabezados por gente
también inteligente, pero con ideas frescas.
“Hacía
falta un gran guerrero para llevar al triunfo la revolución que derrocara a
Batista en Cuba y Fidel Castro lo fue; pero 50 años después, lo que le hace
falta a aquella gran nación son genios políticos para salir del atolladero,
para terminar con 46 años de embargo económico, para proporcionar más alimentos
y mejores formas de vida a ese pueblo tan querido, para negociar políticamente
lo que ahora parece ir hacia un pozo cada vez más profundo.
“¿Qué va a
pasar con Cuba sin Fidel? Desde luego, nadie lo sabe, pero lo cierto es que
desde hace muchos años debió habérsele dado la oportunidad a otros ya no de
triunfar, tal vez hasta de fracasar, pero de fracasar con sus propios errores,
sin la necesidad de ser llevados de la mano por alguien que sigue creyendo que
no hay otro ser en la isla que merezca tal oportunidad.
“Cuba
sigue a la espera de su propio destino.”
Fidel ha
renunciado y hay que hacer otras consideraciones.
Hace años
le solicité una entrevista periodística, le llamé señor presidente y señor
comandante. Mi madre me recriminó: “los que lo quieren, lo llaman Fidel”. Era
un verdadero ídolo.
Cuando el
16 de abril de 1961 proclamó el socialismo en Cuba, mi papá acababa de morir,
12 días antes. Poco tiempo después sería oficial. Yo vivía en un departamento
de la calle de Allende, en el centro de la Ciudad de México y en la madrugada
escuché a alguien afuera gritando: “¡Viva Cuba socialista!”. Me despertó la
emoción mezclada con esperanza: “Comienzan los cambios en el mundo”, pensé.
Muchos
creíamos entonces que el paso al socialismo en todas partes era esperado e
inevitable, sólo “tenían que darse las condiciones adecuadas” en cada país.
Lo
explicaba apoyándome en el método dialéctico: primero fue el comunismo
primitivo, luego el feudalismo, luego el capitalismo, el imperialismo y el
socialismo que devendría en comunismo. Tesis, antítesis y síntesis.
Los
conceptos en la memoria: “Un paso adelante, dos pasos atrás”; “la izquierda,
enfermedad infantil del comunismo”; “para que un país pase del socialismo al
comunismo, se requiere primero que cualquier cocinera pueda ser jefa de
Estado”; “el capitalismo es la explotación del hombre por el hombre”, “un
fantasma recorre Europa…”
Unos años
después, el 9 de octubre de 1967, la muerte del Che Guevara sería devastadora.
La revista “Sucesos para todos”, de Gustavo Alatriste, publicó en exclusiva “El
Diario del Che en Bolivia”, luego vendría el libro. Había que devorar el texto
para conocer a fondo hasta el último detalle: ¿Cómo murió el Che? ¿Por qué?;
no tenía que morir ¿Por qué no lo salvó Fidel? “No pudo hacer nada
seguramente”.
Y el 11 de
septiembre de 1973 otro golpe, la muerte de Salvador Allende. Se acababa la
primer posibilidad de instaurar el socialismo de manera pacífica.
¿Tenía
razón el Che?: “Hay que hacer dos, tres, muchas Cubas”, “Hay que hacer la
revolución comenzando por Bolivia, que es el centro natural de América del Sur,
para de ahí seguir a toda América”. Él había triunfado en Cuba, ¿Por qué no en
otros países? Lo de África no contaba.
Pero no
pudo en Bolivia, no logró que se le unieran, terminó solo y fue asesinado en la
escuela de La Higuera por el ejército boliviano y por la CIA.
En 1989 la
ejecución en Cuba del general Ochoa y de La Guardia, entre otros, por colaborar
con el narcotráfico de Colombia a Estados Unidos. Increíble, colaboradores muy
cercanos de Fidel, su brazo izquierdo, inmiscuidos en el narcotráfico.
Mi viaje a
Cuba fue poco después de tales acontecimientos. Hice un reportaje. Constaté la
vuelta a la empresa privada, a la prostitución, el deterioro de las
construcciones en La Habana, la prohibición a los cubanos de entrar a hoteles,
bares y restaurantes reservados sólo para turistas; la prohibición de entrar a
tiendas que venden en dólares, sólo para turistas. Los únicos cubanos en tales
lugares son los empleados, que atienden al turista, pero no pueden comprar o
consumir lo que éste.
El
principio del fin, me pareció.
Pero la
esperanza seguían siendo Cuba y Fidel. Tenían el apoyo del campo socialista, de
la Unión Soviética en particular. Se vino entonces otro golpe, el derrumbe del
socialismo en 1991, después de la perestroika y la glásnost, rechazadas por
Fidel al grado de prohibir en Cuba la circulación de publicaciones soviéticas.
No estaba de acuerdo con las libertades de prensa y de expresión.
Ya no
quedaban más que Cuba y Fidel. Muy atrás habían quedado los días del poema de
Pablo Neruda dedicado al hombre que liberó a Cuba.
Y ahora,
casi 50 años después, renuncia Fidel Castro, pero sólo a dos de los cargos que
ostentaba; sigue siendo diputado y Primer Secretario del Partido Comunista de
Cuba.
Pasará a
la historia no sólo como el héroe revolucionario, también como uno de los jefes
de Estado con más años en el poder, superado solamente por Bhumibol Adulyadej,
rey de Tailandia (antes Siam), con 61 años en el mando y por Isabel II de
Inglaterra, con 56.
Siguen a
Fidel, Kim il Sung, ya fallecido, de Corea del Norte, con 46 años en el poder;
Omar Bongo, de Gabón, con 40; Moammar Gadafi, de Libia, con 38. Otros que ya
fallecieron: Francisco Franco, de España, con 36; José Stalin, de la Unión
Soviética, con 31; Porfirio Díaz, de México, con 30; Benito Mussolini, de
Italia, con 22; y Augusto Pinochet, de Chile, que permaneció 15 años en el
poder.
En el caso
de Fidel Castro, como en el de Porfirio Díaz, toda proporción guardada, podemos
recordarlo por sus buenas acciones o mandarlo al olvido, por las malas.
Pero si se
le ha criticado por la falta de libertades en Cuba y por haber permanecido
tantos años en el poder, merece, por lo menos, el beneficio de la duda, cuando
se trata de analizar el bajo nivel de vida de los cubanos (hablando del aspecto
económico solamente, no de la salud, la educación y el deporte), porque siempre
debemos tener presente que Cuba enfrentó 46 años, hasta ahora, de un bloqueo
económico y comercial que no ha sufrido otro país en el mundo.
Una vez más: ¿Qué orilla a un hombre a perpetuarse en el poder por tantos años? No podemos
decir: “Ha muerto el rey, ¡Viva el rey!”, porque Fidel no ha muerto. Pero
comienza a dejar el poder.
Así que,
en realidad, el rey no ha muerto, sólo dejó el poder y permanece a un lado.
¿Qué tanto? ¿Y la
esperanza? Ya no son Cuba y Fidel. ¿Seguirá siendo Cuba la esperanza?
¿De qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quiénes? Finalmente, hay que recordar que aunque ya una gran cantidad de países no son socialistas, la disyuntiva antes se encontraba entre capitalismo y socialismo, ¿Y ahora que sólo quedan dos o tres naciones con este último sistema? ¿Cuál es la disyuntiva? ¿Hay una
tercera vía?
No se ve en el horizonte al gran pensador que nos muestre el nuevo camino. ¿Deberemos, retomar, mejorar y ampliar las tesis del pasado, o debemos buscar esa nueva tercera vía? Desafortunadamente
y recordando lo que decía aquél gran filósofo y economista, “los caminos de la
izquierda actual no son los adecuados. Esta izquierda está enferma de
infantilismo” y así hablan, así actúan. Gente como ésta, jamás nos mostrará el
camino.
Tal vez en Cuba ahora lo encuentren. |